martes, 23 de diciembre de 2014

Bluebird [4]


Grey tiene a Cenoura con un cuchillo al cuello, contra la pared, y el brasileiro no pierde la sonrisa aunque sus ojos muestran un ápice de duda. Algo muy cercano al miedo. Martijn se mantiene a varios pasos, sin intervenir, mientras el técnico coreano deambula entre los cadáveres con la mirada perdida y Ninka, la silenciosa guineana, se asoma al exterior a través de un sucio ojo de buey.
—¿Qué debería hacer contigo, Sandro? Grey consigue mantener la calma; hace tiempo que se prometió no volver a perder los nervios por nada... ni por nadie—. En estos momentos media ciudad debe estar al tanto de lo que hemos hecho, y la otra media preferirá mirar para otro lado cuando nos desuellen vivos frente al mar.
—Vamos, Dorian, ¿iba a organizar algo así sin un plan?
Quizás deberíamos haberlo escuchado antes y tener la opción de elegir, ¿no crees?
—Un millón... para cada uno.
Grey duda, afloja la presión, y Cenoura se incorpora lentamente mostrando las palmas en gesto conciliador hasta ponerse en pie. Tiene la atención del grupo, incluso de Shin, pero Ninka sigue teniendo uno de sus preciosos ojos de diseño vigilando el exterior... literalmente.
—Un único objetivo, un general uzbeko retirado, y llevar al cliente su cabeza como prueba.
—¿Solo eso? —pregunta Martijn incrédulo.
—El tipo está en Crystal Palace.
—Solo eso —rezonga Grey irónico dispuesto a rebanarle el pescuezo—. Un paseíto de nada, ¿eh, Cenoura?
El brasileiro recula hasta dar con la pared, el cuchillo está nuevamente muy cerca de su cuello, y toma aire antes de hablar:
Lo tengo todo previsto... incluso ya tenemos un transbordador esperando.
Ninka chasquea los dedos apremiándolos y Martijn se acerca al ojo de buey; tres vehículos blindados y al menos una docena de mercenarios, con relucientes implantes cromados de combate de última generación y ropas de protección de las caras.
—La calle está tomada.
—Y dime, Cenoura masculla Grey convencido de que el filo de su cuchillo va a beber—. ¿De qué nos vale un transbordador si vamos a morir todos en este antro?
El brasileiro se echa a reír y todos lo miran un tanto sorprendidos, como si realmente hubiese perdido el juicio.
—¿En serio creíais que había escogido este garito para el encuentro al azar?          

1 comentario:

TORO SALVAJE dijo...

Un general uzbeko debe ser alguien impresionante.
Y si está retirado aún más.
Para escucharle y escucharle...