domingo, 5 de febrero de 2017

Bluebird [XI]


Martijn llega al punto de encuentro en un viejo utilitario robado para la ocasión, mascando todavía el sentimiento áspero por lo que se ha visto obligado a hacer.  Kathy.  Sombras difusas y luces deshilachadas por las lágrimas. Quién le iba a decir que aún era capaz de llorar.  Ella se ha ido. Comienza a llover. De golpe. Como si una docena de nubes se arrojasen al vacío al unísono.  Él es el responsable. Y solo ahora cae en la cuenta de que ese vehículo customizado para el combate está fuera de lugar. Al igual que el tipo que, protegido con kevlar de pies a cabeza, levanta un fusil cuando lo reconoce.

Actúa

Martijn pisa a fondo el acelerador. Los neumáticos centrifugan resbalando sobre el asfalto mojado. Un estruendo y el viejo sabueso querría pensar que son los truenos que acompañan a la tormenta pero sabe que no, que en realidad esos destellos son detonaciones, y los múltiples agujeros que salpican el parabrisas lo corroboran. También lo hace el impacto que malamente absorbe su chaqueta blindada. Ese que lo pega al asiento. Un crujido múltiple anticipa un par de costillas rotas.
Aprieta los dientes.

El maltrecho Ford incrusta al mercenario contra el furgón. Un compañero a unos pasos amartilla un subfusil y Martijn, necesitado de tiempo para desenfundar, patea la puerta para golpear al tipo que ha perdido un instante fatídico. Cuando el merc consigue rehacerse, apenas un segundo, el cañón del Federat Arms 454 de Martijn está justo ante su nariz. La misma que desaparece junto con el resto de su cabeza cuando el percutor cumple su función.

La fiesta no ha acabado.

Oye disparos cercanos. Vienen de arriba. Destellos a través de ventanas mugrientas. Sabe que tras la de la izquierda está la muchacha, Ninka, quizás todavía en compañía del bujías coreano. Mira alrededor. Escalera de incendios cruzando la calle. Se sorprende corriendo hacia el edificio de enfrente y ríe para sus adentros al pensar que así, saltando desde un contendor al andamiaje fijo a la fachada, ya solo le faltan los leotardos para ser un jodido superhéroe. Sube las escaleras de tres en tres. Apenas son dos pisos. Le falta el aire y el pulso le tiembla cuando trata de apuntar al otro lado de la calle.

La cadencia de tiro revela dos objetivos.

Resopla y aún no terminado de soltar el aire cuando dispara, una, dos, tres veces. Y un merc cae a plomo poco antes de que el otro lo busque con su arma. Ve el punto rojo. Los destellos desaforados buscando hacerle un traje. No son amigos cuando las luces te dan así. Y se descubre saltando al vacío, confiando en que haya suficiente basura tras la tapa del contenedor para amortiguar su caída...

La hay.

Y cuando consigue incorporarse ya no se escuchan disparos e intuye la silueta de Ninka tras la ventana, que ha debido de acabar con el último merc, buena chica, y es Shin el que se asoma para saludarlo e instantes después doblarse sobre sí mismo y vomitar sobre el alféizar. Martijn aleja los malos pensamientos, las lágrimas espesadas por la lluvia, y cruzando la calle se dice que les queda poco tiempo para llegar al espaciopuerto y ponerse en órbita.

9 comentarios:

Ernesto. dijo...

Un relato cargado de acción y bien construido, Borja.

En cuanto a eso de "Quién pudiera volver a los veintiuno..." entiendo lo que señalas pero... sin el conocimiento que ya tenemos, cuestión de canas, volveríamos a tropezar en los mismos errores :)

Además no creo que ambos estemos tan lejos de encontrarla de nuevo en nuestro camino jajjajajaja...

Abrazo, Borja.

Cayetano dijo...

Manejas muy bien el lenguaje para adaptarlo a un ritmo trepidante. De cine.
Un abrazo, Borja.

mariposa blanca dijo...

A mi mente nada le parece más difícil que escribir un texto de acción... por eso admiro lo bien que lo haces... con total precisión. Pero también el inicio, emocional y elegante.

Salud y saludos

DULCINEA DEL ATLANTICO dijo...

Eres un experto en este tipo de relatos donde la acción está cargada el límite. No es fácil conseguir ese ritmo tan voraz de la acción y tu lo consigues.
Perfecto para un guión de cine trepidante.
Saludos Borja
Puri

lunaroja dijo...

Gracias por dejar tu hermoso comentario en mi blog..Muy interesante tu espacio!

María dijo...

Gracias por comentar en mi blog, me quedo conociendo el tuyo.

Un beso.

Milena dijo...

Acción y buena música!

Tandaia dijo...

Pues aquí estamos de nuevo:

Ernesto: En verdad estaría volver con todo lo aprendido... para bien y para mal.

Cayetano: Me alegra ver que sigues por estos lares; espero quedarme para largo en esta ocasión.

Maite: Recuerdo que hace tiempo, cuando comenzaba con guiones, había preguntado a Gullón en una master class cómo había que escribir las escenas de acción, y básicamente me quedé con que hay que buscar un elemento diferenciador. Que la secuencia respire y aporte algo nuevo. La verdad es que sigo intentándolo.

Puri: Lo difícil, yo creo, es conseguir un buen contraste con los fragmentos de calma... buscar el maridaje perfecto.

Luna: Gracias a ti, por tu visita.

María: Quédate el tiempo que quieras, ya sabes que eres bienvenida.

Milena: Es una cosa va de la mano de la otra, ¿no? Mil gracias por tu comentario.

Hasta el próximo post, chicos; no dejéis de pasaros para leer la continuación y si tenéis oportunidad quizás os apetezca repasar la historia desde su inicio... seguid la etiqueta Bluebird.

Un muy fuerte abrazo.

Carlos Augusto Pereyra Martínez dijo...

Si realmente se hablara de ficción como género, este texto, BOrja, tiene la bondad y la gracia de su facturación. Un abrazo. Carlos