Hará unos diez
años estuve viviendo una temporada bajo el techo de una cubana, Pilar, que
trataba de sacar adelante a un niño de nueve ella sola. Eran tiempos difíciles
para mí, indudablemente también para Pilar, y al igual que yo opté por refugiarme
bajo su ala ella hizo lo propio buscando el integrarse en un grupo. Porque
formando parte de algo más grande se forjan vínculos, y así percibimos una
ilusoria sensación de seguridad.
En su caso, buscó apoyo en Los Testigos de Jehová.
Recuerdo que uno de sus amigos
apareció una mañana por casa, era evidente que trataban de convencerme de algo,
de concienciarme dirían ellos, y comenzó su ataque con fundamentos muy básicos.
Cuando comprendió que me había leído partes de la Biblia, no solo el Apocalipsis,
cargó con la artillería pesada y acabó sentenciando que todos arderíamos en el
Infierno sino abrazábamos la Fe. Lo que me hizo compartir con él una duda
existencial: «¿y qué pasará con aquellos que no tengan la opción de conocer la verdad y, por lo tanto, de saber que el
final está próximo?»
Tras una pausa sentenció que yo
ahora lo sabía y debía posicionarme.
Pues bien, he recordado esto cuando
docenas de informes de distintos organismos se hacen públicos para revelar los
daños medioambientales, también de salud, que acarreará la nueva ordenación de
minas en nuestra comunidad. Y si para los tipos que comandaban el Prestige se están solicitando nueve años
de condena, no quiero ni pensar cuánto pedirán para los responsables del
descalabro que sufriremos con las minas. Cuando el cáncer comience a hacer
estragos y perdamos también nuestro ecosistema. Porque el cabeza de turco, sea
quien sea, no podrá decir que desconocía los efectos y como mentaba aquel
Captador de Jehová…
Ahora ya lo sabes, amigo.
2 comentarios:
a las personas nos gustan las cosas sencillas, un dios bueno que lo puede hacer todo pero no hace nada para ponernos a prueba y, en caso de grandes catástrofes, poder culpar a la última persona de la cadena de todos los males.. nada de hacer investigaciones largas y farragosas, buenos contra malos, así de sencillo....
Ahora lo sabes y el que avisa no es traidor. ¿Qué más queremos?
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